Tener un hijo hace que llegues siempre un poco
tarde a todos lados, compensa pero no por ello deja de pasar... Por eso me
pongo a hablar del Día Internacional de Libro con un día de retraso... que se le va a hacer.
Esta cita que se repite desde 1996 cada 23 de abril, me ha dado pie a recomendaros uno de
los últimos libros que he leído, no ahora, claro, ahora no me da tiempo...
jajajaja, pero en mi última etapa de embarazo sí me dio, tiempo para leer, para
ver la tele, para desesperarme... tiempo para todo...
Bueno,
a lo que vamos, mi recomendación es que leáis Los
tejedores de cabellos, la primera novela del escritor alemán, Andreas Eschbach y ganadora del Grand Prix de
l'Imaginaire de 1995.
Lo
primero que me ha llamado la atención de esta novela es
el carácter de ciencia-ficción que tiene unido a un enfoque
marcadamente antiguo, un aire arcaico y atemporal que baña toda la
historia. Lo segundo, la estructura en la que está narrada,
en capítulos que aparentemente se desarrollan inconexos y que
finalmente se fusionan en una foto final que une todas las piezas del
puzzle. Se trata de una obra coral con multitud de personajes que parecen
obedecer a un propósito superior, como si caminaran todos hacia un mismo
objetivo desde diversos rincones del universo. Es realmente intrigante ir
descubriendo con cuentagotas elementos desordenados de la historia y
como crees que no van nunca a cuadrar como partes de un todo, pero al final lo
hacen. Los tejedores de cabellos es una historia interesantísima sobre el
control, las mentiras y lo fácil que es creerlas. También es una obra
compleja de esas que según quien las lea, tiene un significado u otro; a mi,
particularmente, me dejo un regusto agridulce en la boca, como esas
cosas que te gustan pero no te gustan, ¿me explico?. Da igual, el caso es que
merece la pena leerse esta novela, por su originalidad y su extravagancia.
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